lunes, 24 de marzo de 2008

Santa semana, semana Santa...

El Papa Benedicto XVI afirmaba el Sábado Santo “Jesucristo murió para liberar a toda la humanidad de la ignorancia de Dios, de las barreras del odio y la violencia, de la esclavitud del pecado. La cruz nos hace hermanos y hermanas” (véase el
fatídico desenlace de Abel y Caín)


Comparto la reflexión de Carlos Boyero que publicaba este domingo en El PAIS, en referencia a las palabras del Papa en este contexto de surrealismo “semanasantil” sobre la afirmación de su santidad del sufrimiento de la Iglesia desde su fundación y claro, ni una palabra de la sangre que ha derramado en nombre de Dios (véase utilizar el falso nombre de Dios en vano) que daría, y me perdonen los cristianos, para muchas toneladas de morcillas.

No vivimos en una España de agnósticos, sino de ateos profesionales y si no fuese así seríamos, en el mejor de los casos, cristianos mentirosos practicantes y reincidentes de los siete pecados capitales (lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia.

Como todos los años, en la Semana Santa, nos invade una programación satánica, paradójicamente en un País laico. Nos invaden noticiarios televisivos de iconografías imposibles de costaleros, beatos y nazarenos ora silenciosos ora gritones en medio de bandas tamborileras junto a grotescas imágenes de santos, santas y similares antes o después (indistintamente) de noticias de playas cargadas de turistas (¿cristianos?) en la cuales, gracias a la falta de imaginación del montador del telediario, sale de refilón dos o tres segundos, una o dos señoras de muy buen ver tumbadas con sus pechos al aire y tangas correspondientes; dos o tres segundos para unos señores caminando (pareja de mayores); dos o tres segundos, para el dueño del chiringuito diciendo “este año la cosa está mu pero que mu floja” y dos o tres segundos, de una playa en la que no cabe nadie muchos edificios muy feos y muy altos en primera línea (es siempre la misma imagen pero nos olvidamos, ojo)

Un País cuya masa emergente (y no tan emergente) desea ser cantante, bailarín, corredor de autos, jugador de fútbol o en el peor de los casos, servidor público es, y permítanme nuevamente, ateo. Las Iglesias, afirmo, en su mayoría están llenan de viejitos, solitarios, algún ricachon con sentimiento de culpa, desviados, aburridos y estos hasta hoy no logran cubrir sus e s p a c i o s v a c i o s. Las playas llenas, se siente.
















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