jueves, 10 de mayo de 2007



He marcado los números antiguos
Con un deseo vago de respuestas,
sabiendo ya que nadie me esperaba.
Con un deseo vano de oír voces amadas
y que reconocieran también ellos mi voz.
Mi teléfono es negro,
y en la noche, aún más negra,
sólo oía el sonido que llamaba a unas tumbas.
Y yo en mi casa solo.
Se rompe la mañana
En el turbio cristal. Va llegando el verano.
Cantan los pájaros (¿los mismos?),
Y no sé si hay consuelo.

Con la luz que desnuda amanece
Desnudo entre la cama,
y el teléfono suena.
Me apresuro. Le digo que me diga.
Sigue el silencio, y sé que están hablando.
¿Sale la voz de alguna boca muerta,
o acaso, de tan dolo, sólo hay en mí sordera?
Oigo otra vez los pájaros. Y sé que son los mismos
Que cantaban entonces, tan frágiles y eternos.
Tengo que hablar. Con quién,
si no salen tampoco sonidos de mi boca.


Francisco Brines
"El Teléfono Negro"

Poesía completa 1970-1997:
Ensayo de una despedida.
Tusquets: Barcelona 1999

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